martes, 17 de agosto de 2010

Panamá

Qué se puede decir de este país? así de primeras... a modo de haceros sentir lo que es estar aquí, me viene deciros que calor (de ése que te quita el sueño), humedad (mucha mucha mucha. Amatxo, me acuerdo tanto de ti, jajaja) y gente que ha tenido una infancia dura, en la que sus padres nunca les enseñaron a sonreir. Bueno, esto no es una generalidad, sólo se puede generalizar a los panameños que trabajan de cara al público. Sonrisas? eso no existe! amabili...qué? y cuando te topas a algún ser agradable y sonriente, estoy ya arrodillándome para pedirle matrimonio.

La llegada a este país fue un poquito.. no me gustaría definirla como catastrófica, pero sí de hacer mucha mucha mala hostia, con perdón de la expresión. Ya desde Colombia nos tocaron la moral, y en Panamá otro tanto, entre la imposibilidad de cambiar euros a dólares y alguna tontada más. Pero ahora ya estamos en nuestra salsa, yendo de aquí para allá en bus, levantando la mano para parar al primer bus que pase por la carretera para ir al destino. Nada que envidiar tiene la organización de
transporte público panameño al nuestro (me recuerda al peruano, y supongo que se impondrá del mismo modo a Latinoamérica en general).

Que quieres ir a la capi? vas a la carretera y cuando ves acercarse un bus, levantas la mano, te para y le dices "a Panamá", y allá te subes de manera improvisada, sin necesidad de ajustarte a estrictos horarios. Amada anarquía horaria... este tipo de cosas son con las que dices... QUÉ MARAVILLA!

Por lo demás, nuestra primera escapada la hicimos a Pedasí. Un pueblito pesquero sin mucho que ver, pero desde el que pudimos acercarnos a Isla Iguana, una paradisíaca isla declarada refugio de vida silvestre. Una islita con dos playas de arena blanca, aguas cristalinas repletas de corales y peces de colores, sacados de un documental del National Geographic.



La isla, repleta de iguanas (de ahí le viene el nombre), cangrejos enormes multicolores, ermitaños que intercambian su concha por un tapón rojo de plásticocomo casa y aves fragatas.





Pudimos hacer un poquito de Snorkel. Arkaitz andaba como pez en el agua. Yo en cambio que soy un poco moñas, al principio me acojoné y me rajé. Después probé en la otra playa, que cubría menos... y ahí ya me maravillé viendo peces loro (pero qué grandes! yo ahí andaba sola en el agua diciéndome "coño! qué grande! alaaaaaaa") y otros peces cuyo nombre desconozco pero que me encantaron. Repito en cuanto pueda sí o sí.


Para hacer Snorkel... hay que tener estilo

Y ya mañana vamos a Bocas del Toro, unas islas paradisíacas del caribe...ya me muero de ganas de ir, sólo me quita la vida pensar en las 10 horitas de bus que nos vamos a zampar. Pero qué carajo, la ocasión lo merece!

2 comentarios:

  1. me encanta....mecerme asi, cantando yo, en el fondo misterioso del mar...feliz......

    ResponderEliminar