jueves, 24 de febrero de 2011

Por Chile, entre la región de los lagos y Chiloé

En cuestión de segundos eliminamos a Temuco del itinerario y emprendimos rumbo a Pucón. La lluvia nos dio la bienvenida con mucho gusto, para así poder comprobar el grado de impermeabilidad de nuestra carpa, dejando claro que tiene pequeñas fugas pero sin mayor importancia.

Pucón es un pueblito megarecontraturístico (me gustaría poder ponerle más prefijos para indicar la cuantía del visitante) que hace que te repela sobre la marcha un poco por la cantidad de gente que hay, pero los alrededores merecen la pena sin duda. Además pudimos volver a coincidir con Eylín, quien estaba con una pareja (Rodrigo y Cote) y el hijo de ella (Martín! obesoooo jajaja). Muy amablemente nos acogió en el jardín de su casa, donde pudimos acampar y pasar varios días en la agradable compañía de estos 4 majísimos chilenos. Nos acercamos a Lican Ray, el Parque Nacional Huerquehue (toda una aventura ir con silleta de niño, jajaja), a las termas Los Pozones (donde me cocí cual huevo en unas aguas hirviendo), a los ojos del Caburgua (aaaaah! qué maravilla de lugar, una pena no poder bañarse en esas congeladas aguas de colores) y al Parque Nacional Villarrica (donde el día salió nublado y no pudimos ver más que 5 minutos al volcán Villarrica).

Todo increíble! la estancia, las cenas (que eran como para alimentar a todo el pueblo, jaja), los paisajes y la compañía. Muchas gracias por todo!
a ver si podemos encontrarnos en las Torres del Paine Eylín!


PN Huerquehue. Volcán Villarrica de fondo


Cociéndome en las termas


Ojos del Caburgua


Con Eylín en el PN Villarrica


Vislumbrando el lago Villarrica


Por fin te dejas ver, maldito!

Tras Pucón emprendí sola a Puerto Varas. Arkaitz decidió ir a dedo y como anunciaban lluvias, yo pasaba de mojarme mientras esperábamos a que nos cogieran. Supuestamente nos encontraríamos en el pueblo después, pero debido al sueño profundo de Arkaitz y a que no le cogieran a dedo (le faltaba la hermosa joven que haría parar a cualquier coche, es decir, yo.. quién sino?), pues se tuvo que quedar otro día más en Pucón, y terminar viniendo en bus. Así que disfruté de las maravillas del lugar en soledad. Puerto Varas es un pueblito con herencia germánica, debido a las colonias alemanias que hubo tiempo atrás. Pueblito bastante agradable, a orillas del lago Llanquihue y con la espectacular vista del volcán Osorno. Precioso! me tiene absorta ese maldito volcán.

Me acerqué también a Frutillar, otro pueblito a orillas del mismo lago, con la misma herencia germana y con vistas a ese maravilloso volcán nevado. Lugar muy tranquilo y majico, donde ponerse hasta el culo de alfajores, Kuchen (tortas de miles de sabores), Cuchuflis (canutillos rellenos de manjar) y empanadas.


Frutillar

Y ya una vez reunido el equipo en Puerto Varas, marchamos a ver la laguna verde (que parecía una maldita poza de agua estancada más bien..), los saltos de Petrohué (lugar espectacular-espectacular. Precioso. Las vistas del río tenían un color impresionante) y el lago "Todos los santos" donde hicimos una caminata para poder tener unas vistas increíbles del lugar.


Saltos de Petrohué y el volcán Osorno


Lago Todos los Santos


Mi amado volcán y yo

Después proseguimos hacia Chiloé. Llegamos a Castro, donde nos hospedó en el jardín de su casa una familia majísima. Allá conocimos a 4 chilenos y una chica de Almería.. majísimos todos. Pasamos con ellos el día, alquilando una barca para dar un mini paseo y después cenamos "curanto" (un plato muy contundente de papas, longaniza, tomate con cebolla y maldito culantro, pollo, mejillones del tamaño de la palma de mi mano y almejas), un plato típico de la zona, cocinado por uno de los hombres que nos hospedaba. Muy rico y muy agustico la cena, la verdad. La familia entera es majísima y además había dos chuchos molones (China y black). Hicimos tan buenas migas con ellos que nos alojaron en una "habitación" por el mismo precio (un colchón blando que te levantabas al día siguiente con dolores cervicales) las dos últimas noches, y ya la última diciéndonos que si nos quedábamos más días ya ni pagábamos, que éramos amigos, jajajajaja. Increíbles!



Desde Castro nos acercamos al Parque Nacional Chiloé y la isla de Quinchao, donde vimos los preciosos pueblitos de Achao y Curaco de Vélez, con esas casitas tan típicas y bonitas de Chiloé...


Y tras 4 días en Castro, nos hemos venido al norte de Chiloé, a Ancud, desde donde pretendemos acercarnos hoy a una pingüinera con suerte (sino otro día), y mañana ir a Duhatao, lugar del que nos han hablado maravillas.

Con Chiloé como última parada chilena, nos vamos despidiendo de este caro país (aunque volveremos!), para en cuestión de pocos días volver a la enorme y maravillosa Argentina, la cual nos queda tanto por ver todavía. Y con muchas ganas de recorrer otra vez más la patagonia...sí po, cachay?

jueves, 10 de febrero de 2011

De vuelta en Chile, cachay?

Conseguimos llegar a Mendoza con 6 horas de retraso. El maldito autobús que salía a la 1 de la mañana no llegó hasta las 7 de la mañana a la terminal debido a algún problema técnico, lo cual hizo que tuviéramos que pasar las horas tirados en la calle, intentando conciliar el sueño sobre las mochilas. Yo conseguí echar una cabezadita a costa de crearme una hernia discal. Qué más le podía pedir a aquel día, cuando horas atrás el almuerzo me sentó mal y terminé vomitando 3 veces en el centro comercial contiguo a la terminal (la tercera, dentro de una papelera... es lo que tiene no llegar al baño. Eh! pero con mucho arte, sin ensuciar!) y además, tener que esperar 6 horas más... sin contar con las 14 horas de viaje que nos aguardaban.

Pasamos casi una semana en Mendoza, esa ciudad donde se hizo el sol. El calor insoportable hizo que las ganas de ver la ciudad fueran nulas (dicen que había una parque bonito, pero nunca lo conocí jajaja) y no pisáramos prácticamente la ciudad. Mucha vida de hostal, amando a Luca (el perro loco del hostal) y hasta cenando un día con la gente del hostal una paella que se curró Arkaitz (que sin mi indudable ayuda removiendo no hubiera podido hacerse realidad). Cómputo de horas dormidas en el hostal de unas 5 diarias, ni con ventilador se podía! pero mereció la pena enormemente. Nos reencontramos con los franceses que conocimos en Cafayate (con los que fuimos a un par de bodegas a degustar vino... mmmm) y con mis amados polacos, Iwona y Piotrek. Qué bueno volver a veros, nos volveremos a ver de nuevo por Argentina, así tiene que ser (ALE ZUCAAAAA! jajaja). Sin olvidarnos de ese gran reencuentro con Sherpa y dos de sus amigos (Dani y Miguel).. qué bueno haberte visto! somos más chulos que un ocho quedando en Argentina. No nos vemos apenas allá, pero quedamos en Mendoza, jajajaja. Suerte con el ascenso del Aconcagua! nos vemos por Villanua!



En el camping con Iwona y Piotrek, haciendo la cena


Reencuentro con Sherpa... Gora Villanua!


La súper paella hecha en parrilla XD

Y también conocimos a 3 argentinos relocos (Lucas, Matías y Diego) con los que pasamos un día en las termas de Cacheuta. Y después terminamos con ellos en Uspallata, un pueblito sin mucho que decir y donde estrenamos nuestra tienda de campaña (la cual compramos para economizar el viaje porque.. madre el precio de los hostales). Grandes! nos vemos por Buenos Aires a la vuelta!


En Uspallata con Lucas, Diego y Matías

Siendo Uspallata nuestro último destino en Argentina (por el momento), nos dirigíamos rumbo a Chile con la idea de hacer dedo hasta Santiago de Chile. Así que anduvimos a la mañana siguiente 2 km rumbo a la aduana, donde había cientos de camiones, esperando (deseando, anhelando...) que algún solidario camionero, de esos que brillan por su bondad y buen hacer, nos transportara hasta la capital chilena. Y fue de este modo como apareció Claudio en nuestras vidas, cual ángel descendiendo del cielo bajo un rayo de sol y un halo de luz sobre su cabeza. El tipo nos llevaba hasta Santiago así sin más de buena onda. Claudio, nuestro salvador, nuestro camionero particular transportador. Además de ser un tipo recontrasimpático, se enrolló muchísimo, parando a mitad del trayecto para sacar unas fotos al Aconcagua, sin olvidarnos que terminamos comiendo en su casa. Claudio, te profesaremos amor eterno por el resto de nuestras vidas!!!! muchas muchas muchas gracias por todo. Y hacer público que viajar en camión... CHANA MOGOLLÓN



Con el Aconcagua de fondo


Rumbo a Chile en el camión...

Y de este modo tan peculiar y molón llegamos a la gran urbe. Y según bajamos del camión fue decir "noooooooooo más calor nooo". Qué calor hacía par diez! pero al menos, las noches eran frescas y se podía dormir a pierna suelta (hice duros intensivos para recuperar las horas de sueño maldormidas que llevaba sobre la mochila). Santiago a mí no me dijo nada en especial...y lo bueno fue que pudimos reencontrarnos con Eylín (a quien conocimos en la isla del sol, en Bolivia), día en una piscina by the face, para terminar contemplando el atardecer santiagueño con unas papas y unas chelas en un mirador... muy copado! un gusto Eylín haberte encontrado de nuevo.. nos vemos en Pucón, seguro!

Después yo huí (porque no tiene otro nombre mi acto) hacia Valparaiso, y Arkaitz se quedó dos días más en Santiago. Decir que Valparaiso es precioso! me ha encantado. Declarado Patrimonio de la Humanidad (y con motivo), con casas preciosas multicolores, habitada por miles de millones de gatos (sabíais que los gatos provienen de Valparaiso?), donde las paredes hablan y una pasea maravillada mientras lo recorre. Como para quedarse a vivir aquí! mención especial a La Sebastiana, la casa donde vivió Pablo Neruda. Maldito poeta, yo quiero una casa así!


Valparaiso


Valpo in my heart!



Y para seguir dejando libres nuestros sueños, por un momento pensamos en poder llegar a la isla de Pascua desde Valpo, a través de un barco de la armada por un módico precio, por lo que nos dijeron. Pero allá se quedaron nuestros sueños, junto al piso. La isla de Pascua para quien pueda pagar el pasaje. El resto de mortales nos contentaremos con una réplica accesible en el puerto de Valpo de un Moai.Con tiempo, la hora y día exactos, con el contacto preciso, tal vez se hubiera podido realizar, pero... no importa. Y como esta aventura no es estática y los imprevistos (posibles productores de simples frustraciones por no llevar a cabo algunos deseos) a veces suceden, decidimos proseguir con nuestro camino rumbo a Temuco.


Moai bateko...

Y en un abrir y cerrar de ojos me digo "cuánto llevo viajado a mi espalda y qué rápido ha pasado". Sin darme cuenta de todo lo que he visto, vivido, conocido.. pero frotándome las manos por todo lo que se avecina.

El periplo continua...